¿De qué depende la felicidad? Hay quien lo encuentra en la sencillez de las pequeñas cosas y quien todavía lo busca, pero todos sabemos lo difícil que es describir con palabras y cómo a veces resulta tan efímero. Según la encuesta Ipsos Global Trends, hay cinco factores principales que, de alguna manera, definen la felicidad: sentir que la vida tiene sentido, sentirse en control de la misma, salud mental y bienestar, vida social y condiciones de vida.
Sin embargo, menos de 1 de cada 2 italianos (48%) considera su existencia “bastante o muy feliz”, cifra significativamente inferior a la media mundial, equivalente al 57%. El panorama también se refleja en la salud mental, sector en el que Italia parece ser el país más afectado, con una cifra similar a la de Japón: según el Mind Health Report 2023 realizado por Ipsos, solo el 18% de la muestra analizada declara un estado de salud mental. de bienestar pleno, cifra que va disminuyendo respecto a 2022 (20%).
¿Y si el secreto para ser feliz también estuviera en las entrañas?
Es común pensar que el intestino es el encargado exclusivo de expulsar los desechos. En realidad, se trata de un auténtico órgano endocrino que desempeña un papel importante en la producción de las hormonas de la felicidad.
También llamado “el segundo cerebro”, el intestino tiene una función fundamental a la hora de fijar recuerdos relacionados con las emociones y en su interior hay más de 100 millones de neuronas que regulan el estrés, la ansiedad y la tensión. Es por ello que, a partir del equilibrio de la microbiota, y por tanto de la flora bacteriana, es posible mejorar el bienestar psicofísico.
“¿Por qué nuestro apetito cambia cuando estamos enojados, estresados o enamorados? Precisamente porque existe una conexión emocional entre el cerebro y el intestino. Cuando estás disgustado y frustrado, a menudo sientes la necesidad de comer para combatir lo que se llama “hambre nerviosa”. Sin embargo, cuando estás enamorado, lo más frecuente es que sientas falta de apetito precisamente porque en nuestro cuerpo ya circula suficiente serotonina, cuyo principal productor es el intestino – afirma Giacomo Spazzini, fundador y director general de GS Loft , un club de consultoría para el bienestar del cuerpo y de la mente, precursor en la inserción del test de microbiota en sus procesos – Intervenir en el bienestar de la microbiota y por tanto de la flora bacteriana nos permite comprender mucho más de lo que pensar en nuestro bienestar psicofísico”.
Cuidar la microbiota intestinal para ser feliz
También conocida como flora intestinal, la microbiota está formada por una gran comunidad de microorganismos, entre ellos bacterias, virus y hongos, que colonizan el intestino humano. Al estar estrechamente integrada con el sistema inmunológico del huésped, la microbiota contribuye al mantenimiento de la homeostasis inmune y previene el establecimiento y crecimiento de patógenos. Además, las bacterias presentes en su interior pueden fermentar residuos de alimentos no digeribles, produciendo ácidos grasos de cadena corta y otros metabolitos.
Por lo tanto, la microbiota intestinal desempeña un papel crucial en la salud humana, influyendo en varios aspectos del bienestar, incluida la digestión, la absorción de nutrientes, la respuesta inmune y la protección contra patógenos, y la gestión de las emociones y los recuerdos. Por lo tanto, cuidar la microbiota tiene un efecto positivo no sólo en la salud intestinal sino también en el bienestar psicofísico general.
Pero ¿cómo es posible hacer esto en la vida cotidiana? Giacomo Spazzini ilustra algunas buenas prácticas que se pueden adoptar para garantizar el bienestar del cuerpo y de la mente mediante el cuidado de la microbiota intestinal.
- Introduce fibras y semillas oleaginosas en tu dieta.
Las fibras desempeñan varias funciones fundamentales dentro del organismo, en primer lugar la capacidad de ayudar a regular el tránsito intestinal y por tanto prevenir el estreñimiento. Las semillas oleaginosas (como la chía, la calabaza, el lino, el sésamo, el cáñamo y el girasol) también tienen propiedades antioxidantes, depurativas y digestivas. Las fibras dietéticas, regulan la absorción de azúcares y grasas, dan mayor sensación de saciedad y mantienen estables los niveles de glucosa y colesterol en sangre. Las fibras insolubles (como cereales integrales, verduras, frutos secos y semillas oleaginosas), por el contrario, contrarrestan el estreñimiento, acelerando así el tránsito intestinal. Además, reducen el tiempo de contacto entre las heces -que contienen sustancias nocivas y de desecho- y la mucosa intestinal, reduciendo el riesgo de cáncer colorrectal.
Los alimentos fermentados son excelentes aliados para el bienestar intestinal ya que reequilibran la microbiota favoreciendo el crecimiento y la supervivencia de las bacterias buenas en detrimento de las malas. Entre los principales efectos beneficiosos se encuentran la mejora de los procesos digestivos, el fortalecimiento del sistema inmunológico y la capacidad de contrarrestar los síntomas relacionados con los trastornos intestinales y el síndrome del intestino irritable. Entre los alimentos fermentados más habituales se encuentran, por ejemplo, el yogur, el kéfir o leche fermentada, el tempeh que tiene su origen en la fermentación de la soja y el kimchi, un producto típico coreano a base de vegetales fermentados.
- Consigue un sueño reparador
Una desregulación de las hormonas que moderan el ritmo circadiano, debido a una mala calidad del sueño, conduce inequívocamente a una alteración de la flora bacteriana intestinal normal y de su regularidad. Por esta razón, dormir al menos siete horas por noche es sumamente importante, ya que este es el momento en el que el cuerpo se regenera y recarga para el nuevo día que está por comenzar. Durante la noche, de hecho, las células dañadas se reparan: de esta manera se fortalece el sistema inmunológico, mejorando además la funcionalidad del cerebro y del estado de ánimo, fundamentales para el bienestar psicofísico.
- Practica actividad física regular
La actividad física regular es un factor esencial para la salud de todo el organismo. El deporte, de hecho, ayuda a prevenir numerosas patologías como la resistencia a la insulina, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, la depresión y la osteopenia, además de favorecer la longevidad y una mejor calidad de vida. Además de los beneficios más conocidos, la actividad física también estimula la peristalsis y la regularización intestinal, y garantiza una buena producción de hormonas para favorecer la salud intestinal.
- Dedicar tiempo a la meditación
Ante la agitada vida cotidiana, marcada por mil compromisos, el cuerpo reacciona produciendo hormonas que mantienen altos los niveles de estrés (como el cortisol), acumula toxinas a nivel hepático y empeora la salud gastrointestinal y cardíaca. Por tanto, se vuelve fundamental contrarrestar estos mecanismos adoptando prácticas de mindfulness, como la respiración, que ayudan a conectar con la mente y centrarse en el aquí y ahora. Aprender a respirar, visualizar el aire entrando y saliendo por las fosas nasales, percibiendo el cuerpo inflándose y desinflándose con un movimiento rítmico y circular, ayuda a reducir el estrés y anular sensaciones negativas para el bienestar de todo el cuerpo.