Para ahorrar en facturas, cada vez más personas recurren a estufas de pellets para calentar sus hogares. De hecho, es económico y sostenible, fácil de instalar, tiene un rendimiento excelente y ofrece el calor adecuado cuando y donde lo necesita. Sin embargo, para obtener un rendimiento óptimo, es aconsejable elegir cuidadosamente los pellets, que deben ser de buena calidad.
Cómo reconocer la calidad del pellet
Los pellets, un material natural elaborado a partir de aserrín de madera secado y comprimido en pequeños cilindros, son fáciles de encontrar incluso en los supermercados. Para evaluar su calidad es necesario evaluar una serie de factores, empezando por el contenido de cenizas: un pellet que contiene mucha ceniza, de hecho, produce más polvo durante la combustión y obliga a limpiar la estufa con más frecuencia. Luego hay que prestar atención a la cantidad de aserrín presente en la bolsa: si es excesiva, indica que el pellet tiende a desmoronarse, provocando problemas de limpieza.
Los pellets se dividen en tres categorías:
- clase A1: corresponde a la más alta calidad, caracterizada por un contenido máximo de cenizas del 0,7%;
- clase A2: caracterizada por un contenido de cenizas inferior o igual al 1,2%;
- clase B: para uso no doméstico, caracterizado por un contenido máximo de cenizas del 3,5%.
En cuanto a la materia prima, ésta no es determinante para reconocer la calidad del pellet: lo importante es que esté elaborado con madera virgen que haya sido sometida únicamente a tratamientos mecánicos (no a partir de restos de carpintería pintada o encolada). También es importante observar cuántos residuos de pellets desmenuzados hay en la bolsa: los pellets de calidad son, de hecho, compactos.
