Descubre el secreto de una masa perfectamente esponjosa. La levadura en polvo y el bicarbonato de sodio son la base de muchas recetas de repostería, desde bundt cakes hasta magdalenas. Sin embargo, utilizarlos correctamente requiere algo más que mezclarlos en la masa. En este artículo, aprenderás cómo asegurarte de que tu repostería sale siempre perfecta.
La levadura en polvo es una parte integral de la cocina de cualquier panadero: no se puede prescindir de ella en los bundt cakes, las tartas de frutas y las magdalenas. Se mezcla con la harina, se añade a los demás ingredientes y se utiliza en el horno para que la masa suba bien y quede esponjosa. El bicarbonato funciona de forma similar, pero no puede sustituirlo sin más ajustes. ¿Por qué?
Ácido frente a alcalino
El bicarbonato sódico, que encontramos como parte de la levadura en polvo, requiere, cuando se utiliza solo, un acompañante ácido para conseguir el efecto leudante. El bicarbonato es alcalino y no funcionará correctamente sin la presencia de un ácido como el yogur, la leche, el kéfir u otros productos lácteos ácidos. En el caso de la levadura en polvo, el componente ácido ya está contenido directamente en ella, lo que permite un uso más versátil.
Atención al detalle
Al hornear, es importante recordar que el tiempo desempeña un papel fundamental. Los gasificantes empiezan a reaccionar inmediatamente después de mezclarse con los ingredientes, lo que exige actuar con rapidez e introducir la masa en el horno precalentado sin demoras indebidas. Si deja reposar la masa mientras, por ejemplo, corta fruta mientras tanto, puede provocar una reacción química prematura y la consiguiente fuga de dióxido de carbono. Esto podría provocar que los pasteles no subieran correctamente durante el horneado. La temperatura de los ingredientes es igual de importante: todos deben estar a la misma temperatura, así que sácalos de la nevera con bastante antelación.